lunes, 31 de octubre de 2016

Reseña de "Los Límites de su Consentimiento", de Yolanda León



¿Qué serías capaz de hacer para proteger aquello que amas?
¿Hasta dónde llegarías con tal de mantener a salvo a los tuyos?
Junio de 1707. Xàtiva ha pagado cara su lealtad al archiduque Carlos de Austria y arde hasta los cimientos.
Cerca de allí, un escalofrío sacude a la joven Isabel de Corverán mientras contempla la inmensa columna de humo en el horizonte. Desde la muerte de su padre ha tratado de mantener sus tierras y a cuantos viven en ellas a salvo de la cruel guerra que los rodea, pero… ¿qué puede hacer una dama indefensa cuando el más temido de los oficiales borbónicos y sus hombres deciden ocupar su casa? ¿De qué le pueden servir sus modales y su esmerada educación ante un demonio tan despiadado como seductor que no solo exigirá su hospitalidad, sino su entrega total en cuerpo y alma?
Durante siete largos días con sus noches Isabel deberá dejar a un lado su honor, su pudor y sus creencias.  Siete noches en las que despertará su cuerpo y sus sentidos a una sensualidad y un placer prohibidos para una dama. Siete noches en las que aprenderá que, para una mujer sola en un mundo de hombres, el sexo puede convertirse en el arma más poderosa con la que derrotar al peor enemigo.
Siete días que pondrán a prueba los límites de su consentimiento y que la transformarán para siempre.


Como los lectores de este blog sabrán, no leo mucha novela erótica. No porque no me gusten el romance o el erotismo, sino porque me cuesta mucho encontrar novelas que sean diferentes, no una más de las tantas que pueden encontrarse en las librerías. Cierto es que el esquema de toda historia de amor, desde los tiempos antiguos, puede resumirse en "chico conoce chica - chico pierde chica - chico recupera chica", pero la novedad estriba, precisamente, en el modo de contarlo, en el trasfondo que rodea la historia... y también, por qué no, en darle la vuelta a todo y crear algo totalmente diferente.
Leí Los Límites de su Consentimiento porque conozco a su autora y de hecho fui lectora beta de algunos capítulos, hace ya varios años. Y me alegro de que se haya dado la circunstancia, porque si no, tal vez hubiera pasado de largo frente al estante. Y me habría perdido una muy buena novela.
La historia nos habla de Isabel de Corverán, una joven adinerada y huérfana que un buen día se levanta con la noticia de que la Guerra de Sucesión Española ha llegado a las puertas de su casa y las tropas borbónicas han quemado hasta los cimientos la vecina ciudad de Xátiva. Cuando un coronel francés llega a su mansión dispuesto a convertirla por la cara en su cuartel general, Isabel deberá estar dispuesta a todo para impedir que su casa, sus tierras y las gentes a su cargo corran el mismo destino que los desdichados setabenses.

 Bien, para empezar, creo que es necesario puntualizar algo muy importante: esta NO es una novela romántica. A pesar de que el resumen de la contraportada lo deja bastante claro, puede que haya quien la lea esperando encontrar el típico romance histórico de siempre, y en ese caso se verá inevitablemente decepcionado. No, no es un romance. No, no hay damas feministas del siglo XXI vestidas con refajo y miriñaque. Y no, no hay caballeros galantes y románticos de esos que hincan la rodilla en tierra con una rosa entre los dientes y duermen con una espada entre él y la doncella amada para salvaguardar su virtud.


 "Las lágrimas no son la única arma de una mujer. Tienes otra entre las piernas, y más vale que aprendas a usarla".
(Cersei Lannister, resumiendo a la perfección el espíritu de esta novela).


Y, si no es romántica, entonces, ¿qué es? Bien, dado que toca varios géneros, la clasificación es complicada, pero yo definiría Los Límites de su Consentimiento como un thriller erótico histórico. Y en los tres géneros cumple de manera impecable.

Es un thriller porque tenemos a una mujer en peligro, totalmente indefensa, frente a una situación que la supera y en la que podría morir en cualquier momento. Isabel de Corverán y Armand de Sillegue son enemigos naturales: él es un coronel borbónico en plena Guerra de Sucesión, y ella es una mujer del bando contrario, que como es lógico para él no tiene otro estatus que el de botín de guerra. Isabel es huérfana, está sola, tiene familias enteras y todo el patrimonio familiar a su cargo y carece de hombres que puedan defenderla. Sabe que basta un sólo paso en falso, un resbalón, y todo cuando ama y conoce quedará aniquilado. No tiene más remedio que sacar fuerzas de flaqueza y jugar como puede las cartas que el destino le ha repartido... y un sólo fallo puede resultar fatal. Durante toda la novela se puede sentir el peligro, el miedo que Isabel siente a cada instante, hasta que lo haces tuyo y se te ponen los pelos de punta cada vez que temes que haya cometido un error. Tal vez el argumento de esta novela no sea el de un thriller al uso, pero lo cierto es que no sé cómo llamar a un relato que te tiene con los nervios en punta en cada capítulo, que consigue transmitirte el terror de la protagonista a que en cualquier momento al de Sillegue se le crucen los cables y todos sus seres queridos, junto a ella misma, acaben convertidos en cadáveres calcinados.

Es erótica, porque la carga sexual de la novela es potente y está llevada de manera impecable. Aquí viene un tema muy espinoso, que es precisamente el que le da nombre al libro, y es el tema del consentimiento. Hay quienes consideran una violación lo que sucede entre las páginas, y hay quienes no. ¿Qué pienso yo? Pues... no es fácil de discernir. Violación, no. Abuso sexual, en el sentido de sexo conseguido por medio de intimidación o abuso de poder... quizás. Sea como sea, no se puede juzgar por los estándares morales y culturales de hoy en día, porque de hacerlo así no sólo no estás comprendiendo lo que pretende contar la novela, sino que todo disfrute de la misma se hace imposible. El tema es que Armand de Sillegue no tira a la protagonista sobre la mesa y le abre las piernas mientras ésta chilla pidiendo socorro: eso sería una violación sin lugar a dudas, tanto en el siglo XVIII como en el I o en el XXI; no habría más que discutir. Es Isabel quien, imaginando que el coronel podría violarla en cualquier momento si le diese la real gana, y ya de paso entregarla a su compañía, matar a todos sus criados y quemarle los telares y la casa, decide que mejor ponerle buena cara a los invasores y entregar de buena gana todo lo que estos podrían tomar por la fuerza si quisieran. No es una actitud muy diferente a la que tomaron algunas cortesanas profesionales durante el saqueo de Roma, abriendo la puerta de sus mansiones a los soldados españoles (para que estos no entraran a saco y a rapiñar) y poniendo todas sus artes amatorias al servicio del oficial de más alta graduación (para que éste la tomara como amante y al marcarla como suya no permitiera que sus subordinados la tocaran). Para colmo, Armand de la Sillegue es un hombre joven y atractivo (según he leído, su aspecto físico está basado en el de Richard Armitage... ahí es nada). E Isabel, que es una veinteañera virgen que en su santa vida ha conocido varón, digamos que siente cierta atracción física por semejante maromo, aunque el hecho de ser un oficial enemigo que llega por las bravas a su casa también la haga sentir temor y desconfianza. Obviamente, en semejantes circunstancias no es muy lógico que se enamoren, pero sí es lógico que el chico se sienta tentando a pervertir sexualmente a esa chica guapa que tiene tanto miedo de que le hagan daño que se deja hacer de todo, y que la chica se sienta impresionada ante un hombre guapo que, por chungo que parezca, le remueve un poco sus reprimidas hormonas. En el fondo, parece que Isabel consiente en convertirse en amante de Armand tanto por garantizar la seguridad de su gente y sus propiedades como porque eso le da la oportunidad de explorar el tema sexual sin sentir culpa por ello, dando que la búsqueda del placer por el placer estaba vedada y severamente castigada para las mujeres de la época. Me extiendo en esta explicación para que se entienda la ambigüedad moral que impregna la relación entre los protagonistas de la novela, que oscila entre el "me sacrifico para salvar a mi gente" y el "aunque esto sea perturbador en el fondo me gusta". ¿Cuál es el verdadero límite del consentimiento de Isabel? ¿Dónde acaban el miedo y la intimidación y empieza el deseo de experimentar lo prohibido? Pues justo a esto hace referencia el título.
Por lo demás, las escenas de sexo están bien escritas, no son innecesariamente largas pero sí muy intensas y excitantes, y por encima de todo, no son gratuitas, sino que tienen su función en la historia. Con cada una de ellas, conocemos mejor a Armand y a Isabel, y noche a noche nos muestran cómo avanza la historia, dado que lo sucedido durante el día afecta directamente a lo que pasa por las noches, y viceversa. Mediante cada paso más allá en los juegos sexuales, evoluciona también el juego de poder entre los personajes principales, y se va tranzado un esbozo de sus auténticos carácteres.

Por último, es una novela histórica, porque tiene un telón de fondo real y está muy bien documentada. Tan bien, que para determinadas lectoras puede suponer un problema. No por exceso de información, que no lo hay (de hecho, una de las virtudes de Yolanda León es introducirte a la perfección en el siglo XVIII sin estar haciendo continuas descripciones), sino porque los personajes son DE VERDAD mujeres y hombres del siglo XVIII.
Si de algo puede presumir esta novela, es de mostrar la forma de ser y de pensar en aquella época, con el choque cultural que ello implica, sobre todo en el tema sexual, que se trata de una manera muy diferente a como lo trataríamos hoy en día. Las decisiones y los actos de los personajes pueden resultar chocantes, pero es que TIENEN que serlo porque hace 300 años la gente pensaba y sentía de un modo diferente. No están hechos para que te identifiques con ellos o te caigan bien, sino para que cuando leas la novela te preguntes: "¿Y qué habría hecho yo en esa misma situación?". De hecho, soy de la opinión de que si al leer una novela histórica no sentimos el choque cultural con los personajes, ya sea en mayor o en menor medida, es que en algo está fallando el escritor. Por ejemplo, en introducir como protagonistas a dos personas totalmente modernas y actuales que, cuan videntes en el país de los ciegos, son los únicos que se dan cuenta de todo lo que está terriblemente MAL en la sociedad en la que viven. ¿Un ejemplo de esto? El caso más sangrante es el de la infame Caris, una de las protagonistas de Un Mundo sin Fin, indigna secuela de la maravillosa Los Pilares de la Tierra. Caris, como ya comenté en mi reseña de la novela, es una mujer actual metida como un pegote en la Edad Media, que en pleno siglo XIV es feminista, atea, pro abortista y demócrata. Con sus dos redondos ovarios (¡sacad de ellos vuestros rosarios!). No es por nada, pero prefiero mil veces a Isabel de Corverán. Por lo menos, a ella soy capaz de creérmela en su época.

La historia entre Armand e Isabel no es de amor, sino de sexo, supervivencia y psicología. No son Romeo y Julieta, sino más bien como Milady de Winter y D'artagnan, o como Íñigo de Balboa y Angélica de Alquézar: dos personas que parten de un mutuo desencuentro y sienten una fuerte atracción sexual casi a su pesar. Y el modo en que Isabel va espabilando, enfrentándose a la situación que le ha tocado vivir y a sus propios deseos, conociéndose a sí misma y dándose cuenta de lo que tiene que hacer y hasta dónde es capaz de llegar, es admirable. Sólo por contemplar el desarrollo psicológico de este personaje, merece la pena leer la novela. Y encima está realmente bien escrita, con un ritmo y un estilo elegante, ágil y muy bien llevado.
En resumen, recomendable 100%. Bien narrada, bien documentada, valiente en su planteamiento, potente en argumento, en desarrollo y en personajes. Eso sí, más vale que antes de empezarla sepas lo que vas a leer.

martes, 11 de octubre de 2016

Signos que delatan a una editorial estafa


Publicar es el sueño dorado de muchos aspirantes a escritores. Cuando lo consigues, el día que te dicen que SÍ, que quieren contar contigo, que vas a ver tu libro en las librerías, es uno de esos raros momentos en la vida en que sientes que las estrellas se alinean y los sueños se hacen realidad. Yo nunca olvidaré el día en que me lo dijeron a mí. Por fortuna, además, tuve la posibilidad de publicar con una editorial pequeña pero muy activa y trabajadora, con la que he podido asistir a eventos como las Ferias del Libro de Madrid y Valencia, la Semana Literaria del Puig, la Cificom, y algunos otros que se perfilan en el horizonte.

Sin embargo, no todo el mundo tiene la misma suerte. Porque algunas editoriales, en lugar de trabajar codo con codo con sus autores, se dedican a estafarlos. ¿Cómo? Mediante la llamada coedición encubierta. Esta práctica, que por desgracia ha engañado a bastantes autores noveles e ilusionados, consiste básicamente en que una editorial de coedición o autoedición se hace pasar por una editorial normal para captar escritores a los que sacarles el dinero.

Ojo, eso no significa que todas las editoriales que editan libros por encargo sean una estafa. La autoedición es algo muy simple: tú les pagas para que editen un texto, ellos te entregan los ejemplares, tú les pagas la factura y puedes hacer con esos ejemplares lo que te dé la gana, sin más: venderlos, regalarlos, hacer gorros de papel. Si el cliente sabe lo que está comprando, no hay ningún problema. El lío viene cuando esas editoriales no captan a los clientes ofreciendo honestamente el producto, sino que intentan aprovecharse de la inocencia y la ilusión de los autores noveles para hacerles creer que van a publicar al estilo tradicional, cuando en realidad van a tener que pagar sus propios ejemplares y la "editorial" se desentenderá de ellos en cuanto hayan presentado su novela.

¿Cómo evitarlo? ¿Cómo saber cuándo una editorial de autoedición encubierta está intentando engañarnos? Fijándonos en estos signos de alarma:


-Te "animan" a publicar con ellos: Anuncios publicitarios como "¡buscamos escritores noveles!", "¡publica con nosotros!" o "¡cumple tu sueño!" deberían hacerte sospechar de inmediato. Por lo general, las editoriales normales están saturadas de manuscritos originales, y muchas de ellas cierran la recepción y sólo leen lo que les pasan los agentes literarios. Los lectores de la editorial no dan abasto, y tienen que ser muy selectivos con los originales que leen, porque sencillamente no les da el tiempo para todo. ¿Qué significa entonces que una editorial anime alegremente a los noveles a enviarles todo tipo de manuscritos? Que ni siquiera se van a molestar en leerlos.


 -Publican de todo: Y cuando digo de todo, quiero decir de todo. Echas un vistazo a su catálogo y resulta que editan poesía, ensayo, teatro, infantil, juvenil, biografías, acción, terror, fantasía, romántica... vamos, todos los géneros literarios habidos y por haber. De ser así, HUYE. Las editoriales de verdad publican unos géneros muy definidos, lo cual significa que fuera de esos géneros no les interesa nada (por ejemplo, Fantascy no va a publicar una novela erótica por buena que sea, y Harlequin no va a publicar una novela negra aunque sea digna de la mismísima Patricia Highsmith). Si una editorial publica absolutamente de todo, es que el target de lectores no les interesa; lo que les interesa es engañar al máximo número de autores posibles sin importar qué genero escriban.


-Insisten mucho en lo serios que son y lo satisfechos que están sus autores: Si en los anuncios o en la página web la editorial recalca mucho lo serios y profesionales que son, y tiene un catálogo infinito de autores sonrientes que afirman estar muy satisfechos de haber publicado con ellos y haber cumplido su sueño, mucho cuidado. Las editoriales de verdad dedican sus esfuerzos a promocionar las novelas que ya tienen en el mercado, no a promocionarse a sí mismas diciendo lo serias y profesionales que son. Y si buscas en Google a esos autores tan felices, te darás cuenta de que gran parte de lo que dice la web es mentira.


-Compadecen al pobre escritor novel y aseguran que ellos están para ayudarte: Otro de los ganchos de una editorial estafa consiste en empatizar con el escritor, asegurando que comprenden la injusticia de los pobres autores que no venden una escoba con sus magníficas novelas, y explicando lo bien que distribuyen ellos sus obras y el gran público al que llegan. A ver, aquí falla algo. ¿Los clientes de la editorial no deberían ser los lectores? ¿Por qué, entonces, esa editorial parece estar dedicando la mayor parte de sus esfuerzos a animar a los autores a publicar con ellos, en lugar de dedicarlos a convencer al lector de que compre sus libros? Pues porque su negocio no está en los lectores, sino en los autores. Una editorial no se dedica a cumplir sueños ni a recompensar el esfuerzo de los pobrecitos noveles, sino a ganar dinero. Es un negocio, no una ONG.


-También insisten mucho en que ellos NO hacen autoedición: Si un vendedor de seguros llamara a tu puerta y lo primero que te dijera es que su compañía de seguros es muy seria y por supuesto que no se dedican a estafar a nadie, ¿sospecharías? Pues eso mismo. Una editorial de verdad no necesita asegurarte por activa y por pasiva que no te van a cobrar nada ni te van a obligar a vender un número mínimo de ejemplares, y tampoco necesita asegurarte que no debes preocuparte por nada, porque ellos no hacen autoedición y son los más honrados del mundo. En la Edad Media había un refrán que ha sobrevivido hasta nuestros días: Excusatio non petita, accusatio manifesta. La traducción literal es "excusa no pedida, acusación manifiesta", y viene a ser el equivalente al actual "quien se excusa, se acusa". Significa que todo aquel que se disculpa de una falta sin que nadie le haya pedido cuentas, se está señalando como culpable. Si esta refrán tan antiguo está vigente desde hace siglos, por algo será. Da igual lo que afirmen; seguro que en algún momento te terminan colando alguna cláusula o condición que te obligue a soltarles pasta, o a hacer que otros se la suelten, de un modo u otro. No te fíes.


-Si les envías tu manuscrito, te dicen que sí en el acto: Estamos hablando de 48 horas, o incluso menos. Les mandas tu novela con toda la ilusión, y en un plazo de tiempo increíblemente corto, ¡voilà! ¡Te han contestado y han dicho que sí! Un momento, aquí falla algo: ¿de verdad crees que un editor que tiene decenas o incluso cientos de manuscritos en espera se ha leído tu novela de un tirón en menos de dos días? Pues no. No se la ha leído, pero te ha dicho que sí de todas maneras porque aquí el cliente no son los lectores, sino tú.


-Te prometen un porcentaje de venta mayor del 12%: En una editorial de verdad, es la empresa la que arriesga dinero, no el autor. Y el beneficio no sólo redunda en los editores, sino que también se ha de repartir con la librería y la distribuidora. Por eso los autores cobramos un porcentaje tan pequeño por cada libro vendido: por lo general  oscila entre el 8 y el 12%, y sólo los grandes autores consagrados (estamos hablando de un Arturo Pérez-Reverte, un George R.R. Martin o una J.K. Rowling) pueden estar en posición de exigir un porcentaje algo más alto (no mucho más). Si te ofrecen de buenas a primeras un 15%, un 20%, o incluso más, escapa como si no hubiera un mañana. Es demasiado bonito para ser auténtico.


-Te piden dinero, o que compres/vendas un número determinado de ejemplares: Si llegado el momento plantean cualquiera de estas condiciones, y no mencionan en ningún momento las palabras "autoedición" o "coedición" es que intentan engañarte. Grábatelo bien en la cabeza, por favor: una editorial de verdad NUNCA te va a pedir dinero por editar. NUNCA te va a pedir que compres un número determinado de ejemplares. Y NUNCA te van a exigir que vendas una cantidad determinada de ellos. Repito lo dicho antes: cuando se publica un libro a la manera tradicional, es la editorial quien arriesga, no el autor. El único deber del autor es ceder los derechos de edición (ojo, DE EDICIÓN, no DE AUTOR) a la editorial, cumplir ciertos plazos y estar disponible todo lo humanamente posible para los actos de promoción.


Espero que esta guía sirva para ponerte sobre aviso y que no caigas en la trampa de ningún desaprensivo que pretenda aprovecharse de tus sueños. No caigas en la tentación de tomar el camino más fácil y enviar tu manuscrito a una editorial que de entrada prometa nubes rosas y piruletas de azúcar a los escritores noveles, porque puedes salir trasquilado y perder mucho tiempo y dinero para acabar con tus sueños hechos trizas. Y como muestra de lo que puede conllevar publicar con gente así, podéis leer aquí lo que le ocurrió a Laura, una escritora que fue engañada por una de esas editoriales estafa y compartió la experiencia en su blog.