miércoles, 24 de diciembre de 2014

¡Feliz Navidad!


Este año, como todos los demás, ha llegado de nuevo la siempre tradicional postal navideña de Los Simpson para desearos a todos mis lectores UNA FELIZ NAVIDAD Y UN MARAVILLOSO AÑO 2015.


Gracias por estar ahí, amigos. Los que me leéis siempre, los que pasáis de vez en cuando y los que llegáis por casualidad. Los que comentáis y los que no, los que ya son fieles desde hace años y las nuevas incorporaciones... muchas gracias a todos por dedicar un huequecito de vuestro tiempo en leer y explorar este blog, haciéndolo así también un poco vuestro. Este año he bajado un poco el ritmo de publicaciones gracias al mejor regalo que he podido recibir jamás, y que nació en Junio, pero os prometo que mientras vosotros sigáis queriendo leerme, yo seguiré sacando tiempo, como sea, para continuar escribiendo.

¡Que todos vuestros deseos para el Año Nuevo se hagan realidad y que la divina luz de Jesucristo, que este año sopla 2015 velitas (¡ahí es nada!), ilumine vuestros hogares y lleve salud, paz y amor a vuestras familias! :-)

sábado, 20 de diciembre de 2014

Crítica de "El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos"


Cuando terminamos de ver "El Hobbit: La Desolación de Smaug", más conocida en los Reinos Frikis como "La Desolación de los Fans", muchos creíamos que era imposible empeorar algo así. Que la tercera película, por fuerza, sería mejor que la segunda, porque era imposible hacer algo más malo que la segunda.
¿Y ha sido así? Pues sí. ¿Es la tercera película tan mala como la segunda? Pues no, TAN mala no es. ¿Significa eso que es buena? Pues hombre, tampoco.
El principal problema de "La Batalla de los Cinco Ejércitos" es que nunca debería haber existido como tal. Debería haber tenido media hora más de metraje y haberse fusionado con la segunda película para formar la única continuación que "El Hobbit debió haber tenido". Por mucho que nos duela a los fans de Tolkien, el empeño de convertir en tres películas un libro de doscientas y pico páginas estaba condenado al fracaso desde el principio. Sobre todo si resulta (y en esta tercera película ha sido más evidente que nunca) que los responsable del film están más interesados en contarnos SU versión de la historia con SUS invenciones y SUS aportaciones personales, que en ser fieles de verdad al universo Tolkien. El mimo, el cuidado por el detalle, la fidelidad al espíritu y al trasfondo tolkieniano que impregnaba hasta el fondo la trilogía de ESDLA, en esta película (como en la anterior) brilla por su ausencia.
Para empezar, tenemos una película que comienza en el más absoluto in res media. Acaba justo en el punto donde terminó la anterior. Lo cual significa que nos encontramos en medio del meollo de la cuestión desde el minuto uno; el dragón que viene, todo el mundo acojonado y sálvese quien pueda. Lo primero que extraña, así de entrada, es que a la distancia que está Esgaroth de Erebor, en medio de la noche, y teniendo en cuenta la velocidad a la que vuela Smaug y que tampoco es que haya enviado una carta ni lleve cartelitos luminosos anunciando su llegada, toda la ciudad sepa que el dragón está viniendo con la suficiente antelación como para que les dé tiempo a armar los petates y subirse en las barcas (y en el caso del Gobernador, hasta a ponerse a robar el cobre), cuando debería haber pillado a todo el mundo por sorpresa, durmiendo y en la cama.
Luego está el tema de que a ratos te cuesta ubicarte y darte cuenta de que estás de verdad en la Tierra Media, ya que en los primeros minutos te sueltan dos frases de Juego de Tronos ("¡Han despertado al dragón!" y "¡Se acerca el invierno!", cortesía del Gobernador Targaryen y de Bardo Stark, respectivamente), y no mucho más tarde una de Los Simpsons, que provocó risas en toda la sala de cine porque fue exactamente algo así:


Y si no teníamos bastante, avanzada ya la película intentan convencernos de que ni Poniente ni Springfield: en realidad estamos en Dune (más sobre esto en los spoilers).
Respecto a los personajes, más de lo mismo: los únicos que se salvan son Gandalf, Bilbo, Thorin, Bardo y Balin; los demás están en el mejor de los casos sobreactuados (Thranduil, Tauriel), excesivamente sosos (algunos enanos, Legolas), o, en el peor de los casos, directamente ridículos (el Gobernador y Grima el Becario). La acción es entretenida, la película desde luego no se hace larga, y hay ostias por todos los lados (que estén bien dadas o no es otra cuestión). Sin embargo, algunas escenas de la batalla final pecan de ser excesivamente largas para un final demasiado apresurado. Y a diferencia de las dos películas anteriores, ni los paisajes ni la banda sonora son especialmente reseñables, salvo la canción de los títulos de crédito.
En definitiva, que "La Batalla de los Cinco Ejércitos" aprueba, pero no con nota. Cuando fui al cine a ver "El Retorno de Rey" la película terminó con una ovación y todos salimos del cine encantados, emocionados y fascinados, incluso a pesar de los fallos que pudimos encontrar en ella. Con "La Batalla de los Cinco Ejérictos", los espectadores sencillamente nos levantamos y nos fuimos, como si hubiésemos visto cualquier otra película vulgar y corriente. Y creo que eso, teniendo en cuenta la historia que se estaba adaptando, es muy triste, y señal de que algo ha fallado. Un fallo perfectamente evitable si Peter Jackson, la Warner y compañía se hubieran limitado a dos únicas películas sin añadidos raros ni triángulos amorosos estrafalarios y hubiesen comprendido a tiempo que, los experimentos, mejor con gaseosa.

 Un análisis más detallado, a continuación, con SPOILERS:

Lo que me ha gustado:

-Como siempre, Bilbo y Gandalf. Si alguien salva la película, son ellos: el excelente trabajo de los grandísimos actores que son Martin Freeman e Ian McKellen. Bardo y su  familia también me gustaron (genial el momento flecha negra, aunque se echan de menos las palabras que Bardo pronuncia en el libro).

-Que Peter Jackson haya tenido la valentía de terminar la historia como en el libro, sin ceder a presiones externas: con Kili, Fili y Thorin muertos.

-El estupendo detalle de meter a Lobelia Sacovilla-Bolsón y las cucharillas de plata, así como los retratos de Belladonna Tuk y Bungo Bolsón: por fin un guiño a los fans.

-El Mal del Dragón de Thorin, bien llevado. Otro gran actor, Richard Armitage, que está casi al nivel de Bilbo y Gandalf y que también contribuye a salvar la película.


Lo que no me acaba de convencer:

-El personaje de Grima el Becario me sobraba en la segunda película y me sobra ahora. Hace el papel que e el libro juega el Gobernador, y con bastante menos gracia. Supongo que se quitaría el traje de mujer o al menos se bajaría los refajos antes de huir a Rohan para pedir trabajo.

-La catarsis de Thorin de malo a bueno otra vez me parece demasiado repentina. No está mal llevada del todo, pero me pareció muy repentina.

-El final, demasiado apresurado: presentan a Dain Pie de Hierro y luego no se molestan en explicar que se convierte en Rey Bajo la Montaña a la muerte de Thorin.

-Tampoco me gusta nada el trato que le dan a Thranduil; en el libro es simpático y en la película sigue siendo un capullo hasta el final. En "El Hobbit", acaba invitando a Bilbo a su reino y nombrándolo Amigo de los Elfos; en la película no le dice ni adiós muy buenas. Vaya decepción, la verdad.

-Dol Guldur era una buena idea, pero muy mal llevada en su desarrollo. Entra Galadriel a rescatar a Gandalf, pero cuidado, no ha venido sola... ¡¡ha traído a dos más!! Ahora resulta que entre Galadriel, Saruman y Elrond son capaces de darle de ostias a los Nueve Espectros del Anillo y a Sauron. No, espera, a Sauron le da de leches Galadriel solita, así de chula ella. ¿Una elfa con más poder que Gandalf, Radagast y Saruman, tres Maiar? Pues sí, oye, y a mucha honra; que eso de traer ejércitos como contaba Tolkien y tener que enfrentarse los cuatro juntos a Sauron para derrotarlo es cosa de nenazas. ¿No hubiera sido mucho más coherente que Galadriel con la Luz de Eärendil y Elrond con su magia élfica expulsaran a los Nazgûl, y fuese Saruman, que para algo era el más poderoso de los Istari (y de los buenos por esas fechas), el que derrotara a Sauron?

-Montones de enanos en pie de guerra, y ni uno solo pronuncia el famoso ¡Baruk Khazâz!, el grito de guerra enano por excelencia.


Lo que NO me ha gustado:

-La chorrahistoria de amor interracial entre Tauriel y Kili. ¿¿Dije ya en mi crítica anterior que era un truño?? Pues lo sigo diciendo. Aquí ya no hay triángulo amoroso ni nada, porque aunque el pobre Legolas, al más puro estilo elfofantas, sigue dando la cara por Tauriel en todo momento, incluso desafiando a su padre, la elfita machacas ya sólo tiene ojos para el enano sin barba. Los diálogos que hay entre ellos son TAN de vergüenza ajena que harían enrojecer a Stephenie Meyer en batamanta: "Oh, Tauriel, debemos aceptar nuestros sentimientos, yo no tengo miedo de ellos". ¡¡Por favor!! Para colmo, como Kili iba a morir y todos los que habíamos leído los libros lo sabíamos, teníamos la esperanza de que él y Tauriel murieran juntos en plan Romeo y Julieta, ¡¡pero no!! ¡¡TaurielSue, contra todo pronóstico, sobrevive!! Y digo yo, ¿no hubiera sido mucho mejor dejarla morir en plan heroico, como toda buena Mary Sue debe hacer cuando fallece su amado? Más que nada para que la pobre hiciera ALGO en la película además de poner cara de angst y lamentarse por Kili, ya que de la elfa guerrera de la segunda película, esa líder militar rápida y letal que era antes de conocer al enano, no hay ni rastro. ¿Para qué? Es una mujer, su razón de ser es ser el interés amoroso del Enano Buenorro Caracterizado Sin Barba Para Excitar a las Quinceañeras Aunque le Dé Patadas al Canon, ¿a quién huevos le importa que antes fuera una guerrera? Y su frase final es de risa "Si esto es el amor, no lo quieroooo". Quédate tranquila, chatina, que si eso es el amor, nosotros no lo queremos tampoco. Quienes gusten de las tramas amorosas entre elfas y enanos, que se queden con aquella famosa frase de Galadriel en medio de sus delicados galanteos de amor cortés: "Se dice que los enanos son más hábiles con las manos que con la lengua, pero eso nos e le aplica a Gimli".
Malpensados.

-¡Coño, gusanos de Dune en la Tierra Media! Ni aparecen en la mitología tolkieniana ni sirven para nada en la trama, aparecen tres segundos básicamente para dar por culo a los fans, por si acaso no lo tenían aún lo bastante escocido.

-Thorin comete la mayor estupidez como líder y estratega, digna de las más casposas películas de terror slasher americanas. Se va él solo con otros tres a buscar a Azog porque le da la santa gana (bieeeen), manda a Kili y a Fili a explorar ellos solitos (muy bieeen) mientras él y otro enano se quedan esperando a una recua de orcos guerreros de Moria en un lugar tan estratégicamente favorable como UNA PLAZA ABIERTA (¡cojonudo!). Joder si son decenas contra uno no seáis gilipollas y esperadlos en los túneles (sí, esos mismo túneles a donde has mandado a tus dos únicos sobrinos solitos ellos dos para explorar no sé qué coño si lo único para lo que han ido a ese lugar es para encontrar a Azog y cargárselo!!!!). Pero se ve que esa estrategia básica de "si tu enemigo te supera ampliamente en número busca el enfrentamiento en espacio reducido para restarle eficacia a su superioridad numérica" que tan buen resultado le dio a Leónidas en las Termópilas, Thorin no se la sabe.
Claro que no es de extrañar, teniendo en cuenta en otro error fundamental de Thorin: deja que Azog se hunda en el hielo, y cuando lo ve flotando debajo, se pone justo justito encima para que cuando abra los ojos (lo que TODO el mundo se estaba esperando, vamos) pueda atravesarle el pie con precisión milimétrica con su espada. No sé que fue más inverosímil de esa absurda escena: que Azog se recupere mágicamente y emerja igual de mágicamente a la superficie (ni que fuera tan fácil) o que a Thorin no se le ocurra la brillante idea de rematarlo mientras flota por debajo suyo, aprovechando que está en franca inferioridad. Esta es una de esas clásicas escenas que pretende ser épica y queda ridícula; mucho más épico hubiera sido seguir lo que contaba la novela: que Fili y Kili cayeron en medio del combate intentando proteger con sus espadas y escudos a su tío y señor, Thorin, mortalmente herido.

-Pero si Thorin demuestra ser idiota, Azog no le va a la zaga: el muy gilipollas tiene delante (su perfecta visión desde la montaña le da una panorámica perfecta) tres ejércitos: uno de enanos, otros de elfos y otro de humanos. Dispuestos a darse de hostias entre ellos. ¿Y qué hace? ¿Esperar a que los buenos se acuchillen entre ellos y luego rematar a los supervivientes? Pues no. Él saca a su ejército en ese momento y lo lanza contra los buenos (que no los habían visto venir), con dos cojones. Obviamente los buenos olvidan sus momentáneas diferencias y se regarupan para darle candela fina a los orcos. Vamos, que menos mal que al final Azog muere, porque si llega a sobrevivir Sauron lo manda decapitar por imbécil.

-El golpe de gracia, que pretende ser un guiño a la trilogía de ESDLA y queda de pena por incoherente, es la conversación entre Legolas y Thranduil al final de la batalla. Es más o menos así:
Legolas: No puedo quedarme.
Thranduil: Pues ve a buscar a un montaraz al Norte, es hijo de Arathorn, lo llaman Trancos, el nombre verdadero deberás averiguarlo tú.
1) ¿Legolas no puede quedarse, por qué?
2) ¿Monataraz del norte? Sí, claro, un montaraz del Norte que según la cronología de la Tierra Media CUANDO OCURRIÓ LA BATALLA DE LOS CINCO EJÉRCITOS TENÍA DIEZ AÑOS Y VIVÍA CON SU MADRE EN RIVENDEL.
3) Incluso suponiendo que fuera adulto, ¿cómo sabe Thranduil de él, si se supone que su existencia era un secreto de Elrond y los montaraces? ¿Cómo sabe que lo llaman Trancos? ¿Y por qué no quiere decirle su nombre verdadero a Legolas?
En definitiva, CAGADA MAYÚSCULA. Y ejemplo perfecto de lo que pasa cuando los guionistas y el director están más interesados en inventarse sus propias pajas mentales para contaminar con ellas la Tierra Media, que en ser mínimamente coherentes con el universo de Tolkien.

En fin, por lo menos, nos queda el consuelo de que Christopher Tolkien y su hijo Adam han jurado que los derechos de El Silmarillion no se los arrebatarán ni siquiera de entre sus agarrotados dedos cadavéricos. Afortunadamente. Aunque mucho me temo que algún día acabemos viendo las andanzas de Fëanor, Lúthien, Túrin y Túor convertidas en una serie de la HBO. Con casinos y furcias.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Adepta Sororitas I: Las Hermanas de Batalla frente al feminismo


Es mi intención, ahora que parece que tengo un poco más de tiempo para escribir, redactar una serie de artículos en este blog sobre un ejército de Warhammer 40.000 que es uno de mis favoritos tanto por estética como por trasfondo: el Adepta Sororitas, conocido comúnmente como las Hermanas de Batalla.
El primero de estos artículos es una visión general de las Sororitas en cuanto a figura feminista, o si se prefiere, en comparación con el resto de "modelos femeninos de acción" que suelen aparecer en los comics y películas de fantasía, ciencia-ficción y acción/aventuras.

Para empezar, está la cuestión básica: ¿qué es el Adepta Sororitas? Se trata de una hermandad formada exclusivamente por mujeres, cuyo origen se encuentra en el final de la Era de la Apostasía y la fundación de la Inquisición: después de que el siniestro y demente Goge Vandire se hiciera a la vez con el control de Eclesiarquía y Administratum imperial y extendiese un reino de terror y demencia por toda la galaxia, el decreto pasivo de Sebastian Thor (el heroico clérigo que lo derrotó) estableció que "la Eclesiarquía no podría tener hombres armados a su servicio". Paradójicamente, el machismo inherente a este decreto (al hablar de "hombres armados") fue el motivo por el que el Adepta Sororitas nació como una hermandad exclusiva de mujeres: oficialmente están al servicio de la Eclesiarquía, pero también debían vigilarla (son a la vez guardianas y guardias, por decirlo de alguna manera) en nombre de la Inquisición, de la cual son el brazo armado. Están organizadas en cuatro tipo de órdenes: militantes (guerreras), famulatas (diplomáticas), dialogantes (eruditas), y hospitalarias (médicos y enfermeras). Se trata de mujeres fanáticas y disciplinadas, altamente entrenadas y con una fe inquebrantable, que deberían ser desde ya, si es que aún no lo son, el ejército ficticio favorito de cualquier mujer que se auto denomine feminista.
¿Por qué, en mi opinión, las Hermanas de Batalla son lo más refrescante, feminista y satisfactorio que hay hoy en día en el mundillo de la fantasía/ciencia-ficción? Vayamos a ello.


-Armaduras funcionales: Todos sabemos cómo se representa a las mujeres en las películas y en los comics. Incluso si son heroínas guerreras con un papel activo, llevan una indumentaria muy poco práctica que las presenta como objetos sexuales frente al lector o espectador. En personajes como Power Girl, Wonder Woman, Red Sonja, Elektra, White Queen... priman totalmente la estética y el erotismo frente a la comodidad o la funcionalidad. A menudo las armaduras de las heroínas de anime, videojuegos y fantasía son más vistosas que prácticas o defensivas; se trata de piezas meramente decorativas, pensadas para embellecer o sexualizar a la guerrera, no para protegerla. Incluso personajes de vestiduras más "recatadas" como Catwoman van por ahí en tacones de aguja, que como todo el mundo sabe son comodísimos para pelear.



Las Hermanas de Batalla, en cambio, llevan armaduras funcionales. Se trata en realidad de servoarmaduras, cerradas herméticamente, que no sólo no dejan ningún cacho de carne al aire sino que son rígidas por completo (algunos representan el torso como un corsé, pero se trata de errores cometidos por autores de fan-art que priman la estética sobre el realismo). Están diseñadas para proporcionar un blindaje completo, protección total contra gases nocivos o toxinas, e incluso permiten la supervivencia bajo temperaturas expremas y en el vacío (al menos mientras el oxígeno dure). Tampoco llevan tacones, y aunque en el torso llevan marcados los pechos, estos no están resaltados en exceso (vuelvo a hablar del modelo oficial; los fan arts son otro cantar).


 De acuerdo, puede haber argumentos en contra sobre las armaduras con pechos, como plantea este artículo (os lo recomiendo si controláis el inglés), pero los argumentos contra este tipo de armaduras se basan en dos factores principalmente: que esos dos montículos no hacen resbalar el filo de la espada enemiga lejos de tu pecho sino todo lo contrario, y que esas dos piezas pueden hundirse hacia dentro rompiendo el esternón y causando la muerte a la guerrera. Esto es cierto en el caso de las armaduras medievales, pero cuando hablamos de Hermanas de Batalla creo que hay que matizar: respecto al primer asunto, debemos recordar que son más dadas a las armas a distancia que a las de cuerpo a cuerpo (sus armas más utilizadas con el bólter, la pistola de plasma y el lanzallamas). Las armas como las espadas de energía son usadas habitualmente sólo por las lideres, como canonesas o palatinas. De hecho, las únicas hermanas especializadas en el combate cuerpo a cuerpo son las Arrepentidas, que directamente no llevan armadura alguna porque como su objetivo es morir heroicamente en batalla sacrifican el blindaje en pro de la agilidad, y van armadas con evisceradores. Respecto a la segunda cuestión, hay que tener en cuenta que las servoarmaduras (tanto las ligeras de las Sororitas como las pesadas de los Marines) están hechas de ceramita, no de acero, lo cual implica que pueden ser quebradas o perforadas, pero no hundirse hacia dentro.




-Físico imperfecto: Las hermanas del Sororitas son delgadas y fibrosas. Algo muy lógico, si tenemos en cuenta que viven en un estricto régimen monacal y entrenan varias horas todos los días como guerreras de élite que son. Sin embargo, distan mucho de ser perfectas. En muchas representaciones artísticas oficiales podemos ver a mujeres ya mayores (en caso de las veteranas) y jóvenes que pueden ser guapas o feas; en cualquier caso, e independientemente de su aspecto físico, todas tienen algo muy importante: cicactrices. Sí señores, las Hermanas de Batalla frecuentemente tienen (y lucen sin vergüenza alguna) aparatosas cicatrices de combate; algunas de ellas incluso quedan tuertas o tienen algún miembro biónico por haber perdido el original en batalla. En cambio, si miramos por ejemplo a Red Sonja, resulta que para el inexistente blindaje que lleva (¡un biquini de cota de malla!) la tía parece una supermodelo de pasarela y no tiene una sola cicatriz en el cuerpo. Toma ya.





-No dependen de los hombres para funcionar: El Adepta Sororitas tiene su propio sistema de logística, mando y organización. Aunque sirve a la Eclesiarquía, también la vigila, de modo que su más alta autoridad no es el Gran Eclesiarca sino la Abadesa, que es una de los Altos Señores de Terra, lo cual significa que por encima de ella sólo está el Dios Emperador de la Humanidad. Al componerse la Hermandad exclusivamente por mujeres, todos los mandos (del más pequeño al más alto) son mujeres, y de hecho viven en comunidades cerradas femeninas, los conventos. Cierto es que de vez en cuando tienen que ponerse a las órdenes de la Eclesiarquía o la Inquisición, pero la persona que las dirige puede ser indistintamente sacerdote o sacerdotisa, inquisidor o inquisidora, y si contemplan algo que está en flagrante oposición con el credo o la doctrina imperial tienen plena autonomía para tomar medidas sumarias, ya sea por cuenta propia en situación urgente o, si es posible, consultando con su canonesa o palatina.





-Son respetadas, admiradas y temidas por los hombres: Las hermanas del Sororitas están consideradas como cuerpo de élite; las mejores médicos y las mejores guerreras de la Humanidad se cuentan entre ellas. De hecho, son los únicos seres humanos que alcanzan la excelencia en estos dos campos por sí mismos, sin tener que someterse a implantes biónicos (Magus Biologis del Adeptus Mechanicus) o mutaciones genéticas (Marines Espaciales). Para colmo, son las personas más incorruptibles de todo el Imperio; la pureza de su alma y la fuerza de su voluntad es infinitamente superior a la de cualquier miembro de la Guardia Imperial, la Eclesiarquía, la Inquisición o el Adeptus Astartes. Cuando se trata de combatir la herejía, la blasfemia y el Caos, esta élite femenina no sólo es la mejor preparada y la más competente (sin modificaciones genéticas ni implantes biónicos) sino que además es la más fiable. Y todos los ciudadanos imperiales lo saben; pueden admirarlas por ello (los fieles) o temerlas y odiarlas profundamente (los desviados), pero todos las respetan.






-No tienen que renunciar a su sexualidad ni a su feminidad para ser guerreras: Gracias a la novela Cain's Last Stand (La Última Batalla de Cain) de Sandy Mitchell, sabemos que las Hermanas de Batalla hacen voto de celibato (es decir, se comprometen a no casarse ni tener hijos, ya que no pueden centrarse en una familia al estar consagradas a su divina misión), pero no de castidad. En otras palabras; pueden enamorarse y mantener relaciones sexuales. Sí, son monjas guerreras, pero al parecer mucha gente olvida que la fe Imperial tiene poco que ver con el cristianismo. Aunque ambas religiones posean algunas coincidencias meramente formales (la existencia de una Inquisición, jerarquía eclesiástica similar, catedrales góticas...), tanto el credo como la iconografía y la simbología son radicalmente diferentes. Según las anotaciones de la inquisidora del Ordo Xenos Amberley Vail en la citada novela, cuando el Comisario Cain descubre que la Hermana Julien (una veterana Celeste de la Orden de la Rosa Ensangrentada) mantiene un idilio con Brasker (un burócrata del Administratum), resulta que el Adepta Sororitas no exige a sus miembros que permanezcan vírgenes ni les prohibe mantener relaciones amorosas, lo que ocurre es que por el tipo de vida que llevan la inmensa mayoría de ellas no dispone de tiempo u oportunidades de envolverse en una, o simplemente no desean iniciarlas para no complicarse la vida.

Eso sí, aunque no tengan la obligación de permanecer físicamente vírgenes, sí deben mantener la castidad y la pureza en todo momento, en el sentido de no banalizar el sexo y no practicarlo por mero placer o por medio de prácticas pervertidas o depravadas, ya que tal cosa no sería amor sino lujuria, y la lujuria proviene de Slaanesh, lo cual sería una mácula en el alma de la Hermana que podría inducirla a tomar los votos de Arrepentida.
Como apunte adicional a todo esto, también me parece reseñable que la relación amorosa de Julien sea heterosexual, ya que muchos fans de Warhammer (el 95% de ellos, hombres) gustan de representarlas como lesbianas. Por supuesto, la homosexualidad no tiene nada de malo, lo que sí es malo es que exista todavía una creencia popular más o menos arraigada de que si una mujer elige la erudición, el combate y la religión como camino en lugar de inclinarse por los roles tradicionales de madre o esposa, significa que es lesbiana, ya que una chica tan "masculina" por fuerza debe ser "hombruna" y sentirse atraída por otras mujeres (lo cual implica, a la inversa, que una mujer delicada y femenina no puede ser lesbiana y si dice que lo es, lo que en realidad necesita es una buena p...). Este es un prejuicio tan erróneo como lamentable, y me parece muy positivo que el material oficial de Warhammer 40.000 lo ignore por completo.






-No tienen motivaciones, medios o fines distintos a los de los hombres: Muchas veces, en series, novelas y películas, las heroínas combativas se mueven en realidad por motivos meramente emocionales (el más clásico de ellos es "por amor" al héroe). Combaten mientras dura la acción, y cuando la lucha termina se entregan a los brazos de su enamorado y cuelgan la espada convirtiéndose en esposas y/o madres, mientras que los héroes masculinos, aunque sean esposo o padres, conservan su actitud marcial y siguen combatiendo durante toda su vida. Las Hermanas de Batalla, sin embargo, no tiene ninguna motivación típica o clásicamente femeninas: se mueven y actúan exactamente por lo mismo que la Guardia Imperial o los Marines Espaciales: su deber para con el Imperio de la Humanidad y su fe hacia el Dios Emperador.Y si en sus motivaciones y fines no se distinguen, en los medios tampoco, ya que no son "seductoras", no emplean sus atributos femeninos ni su sensualidad para conseguir sus objetivos, sino únicamente su intelecto y sus habilidades marciales: lo mismo que emplean los hombres.




 -Ninguna de sus virtudes fundamentales es tradicionalmente femenina: Una hermana del Sororitas de ningún modo se distingue por ser pasiva, dulce, romántica, complaciente o compasiva. Las cualidades propias de una Hermana de Batalla son el valor,  la pureza -entendida no físicamente sino como pureza espiritual-, una férrea voluntad, el esfuerzo, la habilidad (ya sea marcial, erudita, médica o diplomática, según el tipo de hermana) y sobre todo la fe; de hecho son la versión femenina de los caballeros templarios, la principal inspiración a la hora de crear a las Sororitas junto con la figura de Juana de Arco (de santa Juana viene, por cierto, el emblemático icono de la flor de lis). Las Sororitas tampoco tienen ningún tipo de tolerancia ni compasión con aquellos que se apartan de la luz del Emperador o se atreven a cometer blasfemia o herejía (incluso las pacíficas dialogantes o las bondadosas hospitalarias pueden montar y desmontar un bólter en un abrir y cerrar de ojos y no dudan lo más mínimo en usarlo contra cualquiera que sea enemigo del Imperio o sirva a los poderes del Caos). Ciertamente deben ser obedientes, sacrificadas y abnegadas, pero no como mujeres sino como monjas y soldados, los cuales deben obediencia a sus superiores y tienen la obligación de sacrificarse por el bien de la Humanidad, sea cual sea su sexo.



Es decir, a modo de resumen, tenemos a unas mujeres que en su faceta guerrera son élite y llevan armaduras funcionales, en su faceta médica o erudita son eminencias, y en su faceta diplomática las negociadoras más férreas y sagaces que se puede imaginar. Física y espiritualmente son superiores a cualquier otro ser humano normal, y ni sus virtudes ni sus roles tienen nada que ver con lo típicamente femenino, ya que no giran en torno a los hombres, la familia y el hogar sino que tienen como pilar fundamental de sus vidas la religión y la relación fraternal con sus hermanas espirituales. Pueden tener relaciones amorosas, pero estas nunca serán el pilar de sus vidas ni estarán por encima de su sagrada vocación ni de su misión divina. Y además no son protegidas, controladas ni tratadas como objetos sexuales por parte de los hombres.



Ah, y llevan un bólter :-)

viernes, 12 de diciembre de 2014

Pan, gracia de Dios


El título de esta entrada, que no es precisamente original (lo utiliza Isabel Allende en su afamado libro sobre afrodisíacos llamado Afrodita, que recomiendo sin reservas porque además de tener recetas estupendas es interesantísimo y tronchante), me ha venido a la cabeza después de repasar algunos artículos sobre el pan de uno de mis blogs gastronómicos favoritos, Webos Fritos. Su autora, Su, habla del pan con auténtica pasión, posteando recetas para hacerlo casero y haciendo catas en las tiendas (cada vez menos) en los que aún se fabrica artesanal y en horno de leña.
Y es que hoy en día se tiende a ver el pan como un producto muy básico, una especie de "fondo de despensa" que se compra en hornos y supermercados donde lo fabrican en serie y con masa congelada, un mero recipiente para colocar el relleno de los bocadillos o un simple instrumento para rebañar la salsa. Tengo que decir que para mí nunca ha sido así. Siendo pequeña, pasando mis vacaciones en un pueblo limítrofe entre las provincias de Teruel y Guadalajara llamado Alustante, no había comida que me gustara más que le pan casero horneado a leña que servían en la panadería. Parece que me estoy viendo a mí misma con nueve o diez años: me mandaban temprano a comprarlo; yo iba con la bolsa del pan y hacía cola con todas las señoras del pueblo -y algún que otro chaval al que habían mandado a comprar, igual que a mí). Todo el horno (que era muy pequeño y estrechito) olía a pan recién hecho, y la espera hasta que llegaba el turno de conseguir las barras crujientes, doraditas y aún calientes, se hacía interminable. Lo que creo que mis familiares nunca supieron es que yo, a veces, guardaba un poco del dinero que me daban para tebeos o chucherías y me lo gastaba en una barra de pan adicional que era sólo para mí. No la compartía con nadie; lo habitual era que media barra cayera ya de camino, antes de llegar a casa, y que el resto me lo fuera comiendo a lo largo del día. Nunca sobraba nada. A veces lo rellenaba con jamón serrano, queso o atún en aceite, pero en muchas ocasiones me lo comía solo, sin más, a bocados. "Pan con pan, comida de tontos", me solía decir mi madre cada vez que me veía comiendo pan sin relleno.
No puedo estar más en desacuerdo con esa afirmación. Tal vez sea cierto con los panes mediocres que venden hoy en día en casi todas partes (incluyendo, según me han dicho, el propio Alustante, a donde ya hace muchos años que no voy pero cuyas horneras, según me han contado, ya no venden pan de fabricación casera sino que lo traen en furgoneta muy temprano, venido de una fábrica donde lo preparan masivamente para repartirlo entre varios prueblos. Mierda). Sin embargo, una de las mejores y más satisfactorias comidas que recuerdo de mi infancia tiene como protagonista a ese pan.
Habíamos ido de excursión a un merendero en medio de un rinconcito de los Montes Universales llamado la Fuente del Endrino. Allí había barbacoas y mesas en medio de un claro, un enorme bosque de endrinos y abetos rodeando la extensión, de esos llenos de musgo y liquen donde el sol no llega a tocar el suelo y que parecen de cuento de hadas, y un arroyuelo que nacía de la famosa fuente, una cañería excavada en la roca viva que traía agua directamente del manantial de las montañas. Eran las dos de la tarde, hora de comer, cuando, ya con las brasas en su punto, los adultos cayeron en la cuenta de que se habían olvidado la carne y el pan en el pueblo. Tuvieron que volver a por ello, pero tardaron tanto por culpa del tráfico -media comarca parecía haber tenido una idea similar a la nuestra- que les costó más de hora y media regresar y entre una cosa y la otra acabamos sentándonos a comer casi a las cinco de la tarde. Cuando nos sentamos a las mesas de madera vieja del merendero, empezó a caer un chaparrón descomunal, una de esas tormentas de verano que descargan como trombas. Pero para ese momento todos estábamos tan muertos de hambre que no se levantó nadie. Mayores, abuelos y niños seguimos comiendo a dos carrillos, sin inmutarnos, mientras el cabello y la ropa se nos iba mojando a causa de la lluvia (que afortunadamante no duró mucho).
Pan de leña recién horneado, chuletas de cordero local recién matado a las brasa, moras recogidas por nosotros mismos y agua de manantial: ese fue el menú de aquella comida. Tal vez no parezca gran cosa. Pero sólo al recordar el sabor de esa comida tan especial, tan maravillosa y auténtica, consigue que se me encoja el corazón de anhelo y añoraza. Sobre todo porque, como diría Bárbol (lo de Galadriel sólo es en las pelis) el mundo ha cambiado, y aunque regresara allí, ya no tendría la posibilidad de volver a probarla.